La obesidad es un importantísimo problema de salud pública que desgraciadamente ha aumentado su prevalencia en los últimos años. De hecho, desde la década de los 70 el número de casos en nuestro país no para de crecer. Según datos del instituto nacional de salud, afecta a más del 20 % de la población adulta y a 1 de cada 6 niños y adolescentes.
¿A qué enfermedades se asocia la obesidad? En primer lugar, la obesidad aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular (ya sea a nivel de infartos/angina de pecho o a nivel cerebral, con ictus o infartos cerebrales). No se nos puede olvidar que la enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte en nuestro país. En segundo lugar, está asociada a mayor riesgo de determinados cánceres (sobre todo los relacionados con el aparato digestivo). También está detrás de más de la mitad de los casos de diabetes en el adulto, que a su vez contribuye al síndrome metabólico y está detrás de todas las enfermedades cardiovasculares que hemos dicho anteriormente. Además, se ha demostrado asociación entre la obesidad y las enfermedades neurodegenerativas (como por ejemplo, el Alzheimer) que tanto asolan a nuestros mayores hoy en día. Los motivos o las causas de la misma son multifactoriales, pero vamos a ir enumerando los más importantes. En primer lugar, está el cambio de nuestra alimentación en los últimos 20 años. En lugar de comida natural o real, comemos cosas que vienen envasadas y procesadas. Además, muchas de ellas son ricas en grasas trans que son inflamatorias y en azúcares. También hay menos consumo de verdura y fruta del que sería recomendable. En segundo lugar, está la inactividad física y el sedentarismo. Nos pasamos el día sentados en trabajos de oficina y nos cuesta llegar a un mínimo razonable de actividad diaria que serían 8000-10000 pasos. Y si ya cuesta eso, ni hablamos de hacer actividad física pautada, como ejercicio de fuerza o ejercicio aeróbico. Ahí el porcentaje de la población que lo practica es mucho menor. En tercer lugar, está el estrés al que estamos sometidos en la vida moderna actual. Ese estrés hace que aumente el cortisol, que es la hormona por excelencia del estrés, y que a su vez favorece si la tenemos de manera crónica una inflamación de bajo grado. De manera que junto con la inactividad y la mala alimentación contribuyen a perpetuar los procesos de sobrepeso/obesidad. Muy ligado con el estrés tenemos también asociado la falta del sueño, que también contribuye a este círculo vicioso inflamatorio/cortisol del que estamos hablando. El factor genético influye también de manera importante en la obesidad, al igual que en la mayoría de las enfermedades. Sin embargo, digamos que los genes son las cartas que nos reparten al nacer y nosotros somos capaces de decidir con qué cartas queremos jugar. ¿Qué podemos hacer para mejorar estos preocupantes números? Lo primero es mejorar la alimentación. Debe estar basada en alimentos y no en productos. En comida real, en frutas, verduras, proteína vegetal como las legumbres, así como proteína animal como pescados (sobre todo pescado azul con alto contenido en omega 3 que tan beneficiosos son para el colesterol y el sistema inmune), carnes (magras preferiblemente pero también tienen cabida de manera más esporádica las carnes más grasas). No es necesario comer 5 veces al día sino que con 2 o 3 ingestas bien hechas basadas en densidad nutricional y en los alimentos que acabamos de nombrar es suficiente. En segundo lugar está el ejercicio. Es prioritario que nos mantengamos activos. Ir caminando el mayor tiempo posible, aparcar más lejos del trabajo o de donde vayamos. Subir escaleras y no en el ascensor. Si llevamos mucho tiempo sentados cambiar de posturas y caminar unos minutos. Si podemos atender una llamada caminando mejor. Con todas estas pequeñas estrategias hacemos pequeñas cosas que suman en el global del día y nos acercan al objetivo de una vida más activa. Además de eso, sería fundamental realizar algún tipo de ejercicio cardiovascular como caminar a paso ligero, correr, nadar, bicicleta; así como entrenar la fuerza al menos 2/3 días a la semana. El músculo es uno de los órganos del cuerpo que más demanda energética tiene para nuestro organismo y que por tanto más nos ayuda en la pérdida de peso y para estar sanos en general. Por último, para intentar mejorar el estrés se pueden implementar estrategias para optimizar la planificación de nuestros días y también la autoexigencia que a veces tenemos con nosotros mismos.
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Cada vez se intenta tener una aproximación más personalizada en el abordaje de nuestros pacientes, esto incluye la valoración del riesgo cardiovascular y es lo que proponen las últimas guías de riesgo cardiovascular de la sociedad europea de cardiología, para poder discutir junto con los pacientes la necesidad de optimizar los factores de riesgo cardiovascular en función del riesgo individual.
En todos los pacientes se recomienda la deshabituación tabáquica, promover un estilo de vida saludable y cifras de presión arterial sistólica < 160 mmHg. Para personas aparentemente sanas, podemos informar sobre el riesgo de presentar problemas cardiovasculares en los próximos 10 años utilizando tablas como SCORE2 o SCORE2-OP, que tienen en cuenta la edad, sexo, cifras de PA, niveles de colesterol LDL y tabaquismo; y clasifica a los pacientes en grupos de riesgo bajo, intermedio, alto y muy alto. Además de los factores de riesgo de enfermedad cardiovascular clásicos incluidos en las escalas de riesgo, existen otros factores de riesgo como los antecedentes familiares, presencia de enfermedades autoinmunes u otra información relacionada con nuestro paciente que puede afectar al cálculo del riesgo. En los casos en los que la puntuación de la persona se acerca a los límites que requieren una toma de decisiones como puede ser la necesidad de iniciar un tratamiento hipolipemiante, o en caso de presencia de factores de riesgo no clásicos, para conseguir una mejor valoración del riesgo individual, nos pueden ayudar las técnicas de imagen. El calcio score coronario o la ecografía vascular de las arterias carótidas y femorales nos permiten detectar la presencia de placas de ateroma y pueden modificar el riesgo cardiovascular y cambiar nuestra actitud al reclasificar el riesgo, podemos ser más agresivos en el control de los factores de riesgo con tratamiento farmacológico o continuar promoviendo un estilo de vida saludable en los pacientes que presentan bajo riesgo. El calcio score coronario es un TAC cardíaco sin contraste que presenta muy pocos riesgos. Es una prueba muy sencilla de realizar que nos informa de la presencia y la cantidad de calcio en las arterias coronarias, de esta forma cuando detectamos calcio nos indica que existen placas de ateroma. La cantidad de calcio es también un marcador de riesgo que nos compara con lo que sería habitual para nuestra edad. El calcio score coronario o la ecografía vascular de carótidas y femorales nos pueden ayudar a detectar placas de ateroma o la ausencia de estas para conseguir una mejor valoración del riesgo cardiovascular y un abordaje más individualizado en casos que presenten riesgo intermedio o factores de riesgo no convencionales. Lo primero que tenemos que definir es qué es el colesterol, y no es más que uno de los diferentes tipos de grasa que tenemos en nuestro organismo y que es muy útil para muchas funciones básicas, como por ejemplo para la formación de hormonas sexuales, la manutención de las neuronas cerebrales, la digestión de las propias grasas y otras tantas funciones indispensables.
Además, existen dos tipos de colesterol, el "bueno" y el "malo", y eso simplemente depende de su densidad (es decir, la relación entre peso y volumen). El HDL (de sus siglas en inglés high density lipoprotein, que quiere decir lipoproteína de alta densidad), es el bueno, y por tanto, cuanto más alto esté mayor protección cardiovascular. Para subir este tipo de colesterol, es importante la dieta (basada en la ingesta de pescado azul, frutos secos y el aceite de oliva) además del ejercicio físico. El LDL (de sus siglas en inglés low density lipoprotein, que quiere decir lipoproteína de baja densidad), es el malo de la película y el que tenemos que bajar cuando lo tenemos en cifras elevadas, ya que es el que se asocia a eventos fatales (infarto de miocardio, ictus o infartos cerebrales, así como infartos a nivel de la circulación de los miembros inferiores) por acumularse en las diferentes arterias o vasos sanguíneos de organismo. Para ello, es también fundamental la dieta (evitando grasas saturadas) y mantener un peso adecuado. No obstante, cuando con dieta y ejercicio no se consigue disminuir lo suficiente, es cuando hay que iniciar medicación para su control. No todo el mundo tiene que conseguir las mismas cifras de colesterol "malo" o LDL, sino que en función del perfil de riesgo de cada paciente (si ha tenido infartos previos o si tiene otros factores de riesgo cardiovascular como diabetes o hipertensión) nos marcamos unos objetivos u otros. Así, es fundamental destacar que cuando se ha tenido un infarto, necesitamos tenerlo "cuanto más bajo mejor", pues son muy pocos los efectos secundarios de tenerlo bajo y pueden ser fatales las consecuencias de tenerlo alto (aumenta mucho el riesgo de nuevos eventos cardiovasculares). Por tanto, el colesterol es como todo el resto de factores de riesgo cardiovascular (tensión alta, diabetes o azúcar, tabaquismo), es decir, enemigos silenciosos que no provocan ningún síntoma o malestar hasta que el paciente tiene un evento que puede ser muy grave y por ello hay que atacarlos lo antes posible y tomarse muy en serio las recomendaciones dietéticas y de tratamiento de los profesionales sanitarios. Cada año se implantan en España cerca de 40.000 marcapasos. Esta cifra unida a los pacientes que ya son portadores de algún dispositivo de estimulación cardiaca hace que el hecho de tener un marcapasos sea algo relativamente común. Tal vez hayas sufrido un síncope o el ritmo de tu corazón presentaba algún tipo de trastorno que hizo que tu médico te recomendara el implante de uno de estos dispositivos. Sea cual fuere la causa que haya acabado siendo portador de uno de ellos te preguntarás indudablemente ¿y ahora qué? ¿Puedo llevar una vida normal?¿Qué cosas puedo hacer y cuáles debo evitar? A continuación trataré de responder a alguna de las preguntas que con mayor frecuencia nos hacen los pacientes después de un implante.
Actividad física. Hoy en día, afortunadamente, llevamos una vida más activa y practicamos deporte de forma habitual. Cada vez es más frecuente que los pacientes nos pregunten sobre qué deportes pueden seguir realizando. En general se puede llevar a cabo casi cualquiera de ellos teniendo en cuenta una serie de precauciones. En primer lugar, hay que evitar aquellos en los que se puedan producir impactos directos sobre el dispositivo, como por ejemplo en los deportes de contacto. También es recomendable evitar movimiento amplios del brazo más cercano al generador, el izquierdo en la mayoría de los casos. Esta precaución es fundamental en las primeras semanas tras el implante para evitar que los electrodos, que todavía tienen que acabar de asentarse en el interior del corazón, puedan sufrir algún desplazamiento. Viajar con un marcapasos. Una de las primeras inquietudes que surgen tras un implante es cuándo se puede volver a conducir. Las normas actuales de tráfico establecen un periodo de 2-4 semanas dependiendo de cada caso particular. Una vez superado este tiempo y si su médico no le indica lo contrario puede conducir con normalidad. Los arcos de seguridad de aeropuertos, bancos y similares no deben ser cruzados. Para ello, es necesario llevar siempre encima la tarjeta de portador de marcapasos que le acredita como tal. No se preocupe, es algo tan frecuente que el personal está completamente acostumbrado a esta eventualidad y tienen sus protocolos de actuación. En cualquier caso recuerde que, si los arcos deben ser evitados, los detectores manuales son todavía menos recomendables. Acabo de mencionar una de las utilidades de la tarjeta de portador de marcapasos, pero es necesario remarcar su importancia. LLÉVELA SIEMPRE CONSIGO. Ahora es más importante incluso que su DNI, ya que identifica qué tipo de dispositivo lleva, lo cual resulta fundamental en caso de que deba consultar en otro centro médico que no disponga de sus datos. Si es posible memorice al menos la marca comercial. Mi recomendación para evitar el deterioro de la tarjeta, es hacer una copia, idealmente escanearla y guardarla en el ordenador o similar, y plastificarla. Puede ir a la playa y puede bañarse. El agua no va a interferir con el dispositivo, pero evite la exposición directa del sol sobre el generador, por un lado para no sobrecalentarlo y por otro contribuirá a tener una cicatriz más estética. Dispositivos electrónicos. Se aconseja usar el móvil con el brazo contrario al del implante. De la misma forma hay que intentar no permanecer demasiado cerca de los microondas o de las cocinas de inducción, pero únicamente cuando estén encendidos. El resto de electrodomésticos habituales no suponen ningún riesgo. En caso de otro tipo de aparatos menos frecuentes consulte con su médico. Pruebas médicas e intervenciones. La única prueba diagnóstica que puede suponer un problema es la resonancia magnética. Hoy en día el desarrollo de la tecnología nos ha permitido contar con marcapasos que son compatibles con esta exploración. En caso de que se haya indicado una no se olvide de recordar que es usted portador de marcapasos. Es necesario consultar con su médico implantador para confirmar que se puede llevar a cabo y en ocasiones, es necesario programar antes el dispositivo, por lo que idealmente debe preverse con la suficiente antelación. En caso de intervenciones con bisturí eléctrico puede ser necesario también realizar ajustes en algunos casos. El médico que llevará a cabo la intervención o el anestesista debe ser informado de que usted tiene un marcapasos para que en caso de duda pueda consultar con un experto. Cuándo consultar con mi médico. Una de las potenciales complicaciones que aunque poco frecuentes puede ser grave es el decúbito de marcapasos. El decúbito consiste en la erosión de la piel hasta exponer el dispositivo. La infección también es otra de las complicaciones que más de cerca deben ser vigiladas. Si usted nota la zona del implante inflamada, enrojecida o caliente, o bien nota que el generador en vez de moverse bajo la piel se encuentra adherido a ella consulte inmediatamente en el centro en el que se realizó el implante o si no es posible en otro donde se lleven a cabo este tipo de intervenciones y cuenten con profesionales con experiencia. También es importante consultar con rapidez si los síntomas por los que le fue indicado el marcapasos vuelven a aparecer ya que puede significar que haya algún tipo de disfunción del dispositivo, los electrodos hayan sufrido algún daño o simplemente se deba ajustar la programación. En cualquier caso, piense que no solo su vida tal y como la conocía no termina con el implante del marcapasos, sino que es más bien al contrario y su calidad de vida va a mejorar. Piense en todas las cosas que va poder a hacer que antes no podía y no en las pocas cosas con las que debe tener precaución. Está claro que no queremos que las varices impidan hacer todos nuestros planes, ya sea por las molestias que causan o por su aspecto antiestético en las piernas. Afortunadamente, podemos poner en práctica unos consejos que ayudan a cuidar la salud de nuestras piernas.
Este verano, ¡nos apuntamos a unas piernas bonitas y sin dolor! Las varices y el retorno venoso pueden empeorar con la llegada del calor intenso. Esto se debe principalmente a dos razones: - La primera es la reacción de nuestro cuerpo frente al calor. Las altas temperaturas ambientales pueden producir vasodilatación capilar y venosa. Es un mecanismo adaptativo del ser humano para aumentar su capacidad de desprender calor y mantener una temperatura adecuada para las funciones corporales. - La segunda razón es que no nos para nada ni nadie, puesto que el verano está para disfrutarlo. Aumentan las horas del día en las que permanecemos activos, por lo que se incrementa el tiempo en el que nuestras piernas y el sistema venoso de retorno están sometidos a la presión que ejerce estar de pie o sentados. Rutina para aliviar el dolor de varices Las varices, más allá de la estética, provocan muchas molestias, y en verano es habitual que estos síntomas se intensifiquen e incluso se presente mayor resequedad en la piel. ¿Es posible su prevención y alivio? Sí, para ello te proponemos 4 recomendaciones para incorporar en tu rutina:
Insuficiencia venosa en las piernas, ¿cómo tratarla en verano? Además de los cuidados en la rutina diaria, se pueden añadir pequeñas modificaciones en el tratamiento durante el verano para hacerlo más agradable, si ya sufrimos insuficiencia venosa o edemas. Toma nota: - Usar una media de compresión especial: Si tienes la suerte de desarrollar tu actividad diaria en un ambiente con temperatura controlada por aire acondicionado, debes intentar llevarla. Sobre todo cuando sepas que vas a estar de pie sin caminar o en sedestación por periodos prolongados. Lo cierto es que su uso es muy incómodo en verano por el calor que provoca. Podemos hacerlo más llevadero escogiendo medias de composición más ligera con materiales no sintéticos, que están hechas precisamente para solucionar esa incomodidad del calor. Se pueden conseguir en farmacias y ortopedias. - Tratamiento médico para el dolor: Los medicamentos flebotónicos mejoran el tono de la pared de las venas, y, en consecuencia, alivian las molestias causadas por las varices o los edemas que se localizan en las piernas. Nadar, pasear o ir en bicicletaLa actividad física es beneficiosa para el problema de las varices, ya que el principal mecanismo impulsor del retorno venoso de las piernas es la contracción repetida de los gemelos, y esto se consigue con el ejercicio aeróbico, de los que el mejor, con diferencia, es nadar. También favorece el alivio de las molestias caminar o subirse a una bicicleta. Si estás padeciendo estos problemas en las piernas, anímate a poner en práctica estos cuidados y ¡que nada te pare este verano! La Angina de pecho y el Infarto Agudo del Miocardio son formas distintas de un mismo conjunto de enfermedades cardiovasculares conocido como Cardiopatía Isquémica.
El corazón es el músculo que bombea la sangre rica en oxígeno y nutrientes al resto de los órganos y tejidos. Para poder contraerse y funcionar adecuadamente, también el músculo cardiaco (miocardio) tiene que recibir continuamente oxígeno y nutrientes, los cuales están proporcionados por las arterias coronarias, que nacen de la aorta y que, como un sistema de tuberías, llevan sangre al miocardio. Cuando por algún motivo no llega la sangre suficiente a una parte del miocardio, se produce isquemia, que se define como un estado de sufrimiento de las células que forman el miocardio por falta de oxígeno y materias nutritivas en la parte afectada. Cuando el estado de isquemia es transitorio y no llega a producirse muerte de células cardiacas, llegando a causar de todas formas dolor torácico, se habla de angina de pecho. Sin embargo, si la isquemia se prolonga, puede llegar a provocar la muerte irreversible de las células cardiacas, situación que se define como infarto. Por tanto, el infarto del miocardio se define como la muerte de las células cardiaca causado por un estado de isquemia prolongado, es decir cuando durante un cierto periodo de tiempo no llega la sangre y los nutrientes suficientes al miocardio. La causa principal de la angina y del infarto del miocardio es la obstrucción de una o más arterias coronarias. Como se ha dicho anteriormente, las arterias coronarias son como tuberías y si se acumulan productos de descarte o suciedad en su interior, se produce un estrechamiento y un atasco que no deja pasar la sangre suficiente a una parte del musculo cardiaco. En el caso de las arterias, esto se produce sobre todo por depósitos de colesterol, además de otros productos de descarte (lípidos, calcio y células inflamatorias), en las paredes de los vasos, depósito que suele ser progresivo, aunque se puede acelerar en presencia de factores de riesgo cardiovasculares clásicos como el tabaco, el colesterol, la diabetes y la hipertensión. Cuando el estrechamiento de las arterias es suficiente para causar una falta transitoria de oxigeno a una parte del miocardio, se produce una angina de pecho, es decir un dolor intenso que se describe en la mayor parte de las ocasiones como una opresión o malestar en el centro del pecho o en la boca del estomago, que se puede extender hasta los brazos (sobretodo izquierdo), la mandíbula o la espalda, acompañándose en ocasiones de falta de aire, una marcada ansiedad o angustia, sudoración, mareo y palidez. Si la arteria no está del todo obstruida y el estrechamiento ha sido progresivo, la angina se suele desencadenar por el esfuerzo o en situaciones de estrés y aliviarse en reposo, sin llegar a causar muertes de las células cardiacas. Sin embargo, cuando la obstrucción es repentina y total, se produce el Infarto Agudo del Miocardio, que se puede considerar como la manifestación más aguda y severa de la angina de pecho y en el que sí hay muerte irreversible de células cardiacas. Los síntomas del Infarto Agudo del Miocardio son parecidos a los de la angina de pecho, aunque generalmente de comienzo brusco, más prolongados y que no ceden con el reposo. Aunque la manifestación típica del infarto es un dolor en el centro del tórax opresivo (como una sensación de un peso en el centro del pecho o de un puño que retuerce el corazón), existen otras formas de presentación "menos típicas", sobre todo en pacientes diabéticos, mayores o en mujeres. Se puede manifestar como una sensación repentina de angustia y de malestar general, o presentarse con nausea y vómitos, dependiendo de la localización del infarto y de la arteria que se ha obstruido. Por estos motivos, es importante que ante la aparición de síntomas bruscos y prolongados, que no mejoran con el reposo o con analgésicos convencionales, se contacte rápidamente con un servicio médico urgente para que se realicen las pruebas necesarias para descartar un infarto y empezar tratamiento lo antes posible. Tanto una angina de pecho de reciente aparición como el infarto son dos importantes urgencias médicas. En particular el manejo del infarto tiene que ser rápido y considerarlo una carrera contra el tiempo, ya que más se tarda en diagnosticarlo y en tratarlo, más tejido cardiaco se muere de forma irreversible y más complicaciones podemos tener, tanto en la fase aguda en el momento mismo del infarto, como en la fase crónica de recuperación tras el infarto. Puntos claves: - Angina de pecho: dolor torácico causado por una falta transitoria de riego sanguíneo y de aporte de oxigeno a una parte del músculo cardiaco, habitualmente debido a un estrechamiento severo de una arteria coronaria que no está del todo ocluida. Suele desencadenarse por un esfuerzo o una situación de estrés y aliviarse con el reposo. No hay muerte de células cardiacas. - Infarto Agudo del Miocardio: muerte irreversible de células cardiaca causada por una oclusión completa y repentina de una o más arterias coronarias. Los síntomas son parecidos a los de la angina de pecho, aunque de comienzo brusco, en reposo como con esfuerzo, de mayor duración, sin que se alivien con el reposo. - Síntomas: - Dolor torácico opresivo (como una sensación de un peso en el centro del pecho o de un puño que retuerce el corazón) o malestar en el centro del pecho o en la boca del estomago, que se puede extender hasta los brazos (sobretodo izquierdo), la mandíbula o la espalda. Puede acompañarse de falta de aire, una marcada ansiedad o angustia, sudoración, mareo y palidez. Presentación "atípica" en diabéticos, personas mayores o mujeres: ansiedad sin un claro motivo o desencadenante, cansancio brusco excesivo, náuseas, vómitos e indigestión... - La Infarto Agudo del Miocardio y la angina de pecho de reciente aparición son urgencias médica y ante la aparición de síntomas hay que acudir a Urgencias para un pronto diagnóstico y tratamiento. La hipertensión (o tensión arterial alta) es un trastorno grave que incrementa de manera significativa el riesgo de sufrir cardiopatías, encefalopatías, nefropatías y otras enfermedades es una de las causas principales de muerte prematura.
Se estima que en el mundo hay 1280 millones de adultos de 30 a 79 años con hipertensión y que el 46% de ellos desconoce que padecen esta enfermedad. De la tensión arterial se dan dos valores: el primero es la tensión sistólica y corresponde al momento en que el corazón se contrae o late, mientras que el segundo, la tensión diastólica, representa la presión ejercida sobre los vasos cuando el corazón se relaja entre un latido y otro. Para establecer el diagnóstico de hipertensión se han de tomar mediciones dos días distintos y en ambas lecturas la tensión sistólica ha de ser superior o igual a 140 mmHg y la diastólica superior o igual a 90 mmHg. La mayoría de las personas hipertensas ignoran que lo son, pues la enfermedad no siempre va acompañada de síntomas o signos de alerta, por lo que se dice que "mata silenciosamente". Por tanto, es muy importante medir la tensión arterial periódicamente. ¿Qué puedo hacer para prevenir la hipertensión arterial? 1. Reducir la ingesta de sal (a menos de 5 g diarios). ¡Truco!: Si suele comer en restaurantes por motivos de trabajo, pida un plato hecho al momento sin sal añadida (por ejemplo: ensalada y carne o un pescado a la plancha). 2. Consumir más frutas y verduras. Cambia tu almuerzo o merienda habitual por 1 o 2 piezas de fruta. 3. Realizar actividad física con regularidad. Evita los ascensores y sube si puedes siempre caminando. 4. No fumar. 5. Reducir el consumo de alcohol y bebidas azucaradas. 6. Limitar la ingesta de alimentos ricos en grasas saturadas. 7. Eliminar/reducir las grasas saturadas de la dieta. ¿Qué puedo hacer para controlar mejor la hipertensión arterial? 1. Reducir y gestionar el estrés. El estrés laboral y emocional influye de forma directa en las cifras de tensión arterial. Busque un momento en el día para disfrutar de una actividad relajante (leer, escuchar música, realizar ejercicios de respiración consciente o cualquiera que le guste). 2. Monitorización domiciliaria de la presión arterialLa AMPA (Auto Medida de la Presión Arterial) se realiza con un tensiómetro validado durante al menos 3 días y preferiblemente durante 6-7 días consecutivos antes de cada consulta. Las lecturas se realizan por la mañana y por la noche, en una habitación tranquila después de 5 min de reposo, con el paciente sentado y con la espalda y el brazo apoyados. Deben realizarse 2 mediciones en cada sesión, con 1-2 min de espera entre mediciones. 3. Cumplir con el tratamiento para la hipertensión prescrito por su especialista. Si tiene dudas acerca de la medicación prescrita, cómo tomarla o posibles efectos adversos no dude en tomar una consultar. - Definición y diagnóstico
Los sonidos normales del corazón se producen por el cierre de las válvulas cardiacas. Estos sonidos se escuchan con un fonendoscopio. Cuando se produce una turbulencia por aceleración de la sangre, se produce un sonido añadido que es silbante, como un soplido y es lo que denominamos "soplo". Los soplos se diagnostican con la auscultación cardiaca, que es parte de la exploración física rutinaria que se realiza en una revisión médica. Es común que para escuchar mejor un soplo, haya que colocar al paciente en diferentes posiciones o incluso hacer algún tipo de maniobra sencilla en la consulta. - Causas Los soplos se pueden tener desde el nacimiento (por un problema congénito) o bien desarrollarse a lo largo de la vida (por "envejecimiento" de las válvulas, por haber padecido fiebre reumática…). Tener un soplo no indica que padezcas una enfermedad de corazón, pero hay que estudiarlo. De hecho, un número importante de los soplos cardiacos son inofensivos (se les denomina "inocentes" o "funcionales") y son comunes en niños y adolescentes. En otras ocasiones un soplo se debe a enfermedades no cardiacas o circunstancias en las que hay un aumento de la velocidad de la sangre, que genera turbulencias. Por ejemplo, en estados febriles, anemia, el embarazo, la actividad física, el hipertiroidismo, momentos de crecimiento muy rápido como la adolescencia… Pero hay ocasiones en las que un soplo es la manifestación de una patología cardiaca, ya sea por un estrechamiento de las válvulas (que denominamos estenosis), por un defecto en su cierre (que denominamos insuficiencia) o por un defecto en los tabiques que separan las cámaras cardiacas y que requiere un estudio más en profundidad. - Síntomas y pruebas complementarias La mayoría de las personas que tiene soplos cardiacos no tienen ningún tipo de síntoma y se diagnostican en una exploración física rutinaria cuando les auscultan con el fonendoscopio. En otras ocasiones los soplos aparecen asociados con síntomas como ahogo, fatigabilidad, pérdida de conocimiento, dolor de pecho o aparición de coloración azulada de la piel (lo que se denomina cianosis) Para determinar si un soplo es inocente o no, así como conocer la relevancia de la patología cardiaca que lo produce ( si la hubiese), su médico es probable que le solicite alguna prueba complementaria como:
- Tratamiento Los soplos inocentes no requieren ningún tratamiento ni cambio en los estilos de vida y tienden a desaparecer a lo largo de la vida. Por otra parte, en función del defecto cardiaco que produzca el soplo y de su gravedad, se podrá realizar un seguimiento periódico, con recomendaciones en el estilo de vida y la práctica deportiva o bien plantear la corrección del mismo cuando la patología sea grave y/o muy sintomática (cambiar una válvula, cerrar una comunicación anómala entre cámaras cardiacas…) con cirugía o bien con técnicas de Hemodinámica. Las enfermedades cardiovasculares constituyen un amplio grupo de patologías que afectan al corazón y los vasos sanguíneos.
Como señala la OMS, las enfermedades cardiovasculares son la causa más frecuente de muerte en el mundo. Se estima que en 2012 fallecieron por enfermedades cardiovasculares más de 17 millones de personas en el mundo, lo que supone más del 30% del total de defunciones. De ellas aproximadamente el 40% fueron debidas a cardiopatía coronaria y otro 40% a enfermedad cerebrovascular. Cabe destacar que el 80% de los infartos y de los accidentes cerebrovasculres prematuros son prevenibles, por lo que es fundamental promover la salud cardiovascular. ¿Cuáles son las enfermedades cardiovasculares más graves? Las enfermedades cardiovasculares más relevantes son la cardiopatía isquémica (infarto de miocardio o angina de pecho), la insuficiencia cardiaca y la enfermedad cerebrovascular (ACVA o ICTUS y AIT). También hay que destacar la enfermedad vascular periférica (claudicación intermitente) Por dicho motivo es fundamental conocer cuáles son los factores que aumentan el riesgo de padecerlas, puesto que la mayoría son controlables y modificables. Por todo ello es muy importante promover la educación sanitaria en los hábitos de vida saludables ¿Cuáles son las principales causas de enfermedad cardiovascular y cómo puedo mejorar mi salud cardiovascular? – Tabaco: El tabaco es muy nocivo para la salud, independientemente de la forma en que se consuma (cigarrillos, puros, pipa...). Dejar de fumar disminuye de forma inmediata el riesgo de infarto de miocardio y de ACV y el riesgo se reduce a la mitad en un solo año. Consulta con tu Médico de Atención Primaria cómo se te puede ayudar a abandonar este hábito tan nocivo – Dieta sana y equilibrada: una dieta equilibrada es fundamental para la salud del corazón y del sistema vascular. Hay que consumir abundantes frutas y verduras, cereales (sobre todo integrales), pescados y legumbres, así como carmes magras. También hay que evitar la sal y los azúcares refinados, así como todos los productos de fabricación industrial (bollería...) –Sedentarismo y obesidad: si realizamos un mínimo de 30 minutos diarios de actividad física, ayudamos a mantener en forma nuestro sistema cardiovascular. Por otra parte, si practicamos al menos una hora casi todos los días de la semana, mantenemos nuestro peso y ayudamos al control de la tensión arterial. Los ejercicios más recomendables son los aeróbicos: correr, caminar a buen paso, nadar, bicicleta, bailar...Es muy importante recordar que, es mejor hacer algo de ejercicio que no hacer nada. – Hipertensión arterial: la hipertensión es una de las causas principales de infarto de miocardio y de ACV. Hay que resaltar que la hipertensión no suele producir síntomas, de ahí la importancia de medirla periódicamente. En caso de estar elevada (ponemos el límite de riesgo en 140/90), debe consultar con su médico. Es prioritario cambiar los estilos de vida, aumentando la actividad física y disminuyendo el consumo de sal. Es probable que cuando las cifras repetidamente están por encima del rango haya que pautar medicación. – Hipercolesterolemia: al igual que la hipertensión, los niveles elevados de colesterol en sangre no suelen producir ningún tipo de manifestación clínica. Las cifras elevadas de colesterol (por encima de 200-220 mg/dl) incrementan el riesgo de infarto de miocardio y ACV. Es importante realizarse chequeos analíticos según indicación médica para determinar sus niveles. Para su control, una dieta saludable es prioritaria y en ocasiones requiere medicación para conseguir cifras adecuadas – Diabetes: el exceso de azúcar en sangre (diabetes) es un factor de riesgo muy importante para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, principalmente infarto de miocardio y ACV. Si padece diabetes, debe tener un seguimiento estrecho por su Médico de Atención Primeria y su Endocrinólogo. Además hay que ser más minucioso con el control de la tensión arterial y del colesterol Promover la salud cardiovascular es primordial para prevenir las enfermedades cardio y cerebrovasculares. Abandonar el hábito tabáquico, hacer una dieta sana y equilibrada, practicar ejercicio regularmente y hacer controles periódicos de TA, colesterol y azúcar son los pilares fundamentales para ayudar a nuestro estado cardiovascular, siempre guiados por los profesionales sanitarios. ¿Qué es un stent? ¿Por qué se implanta? y sobre todo, ¿qué podemos hacer tras su colocación en una arteria coronaria?
Un stent coronario es una prótesis parecida a una malla metálica flexible (muchas veces se describe al paciente como "un muelle") que se implanta a través de un catéter en una arteria coronaria parcial o totalmente ocluida. Para simplificarlo, podemos imaginar la arteria coronaria como una tubería que lleva la sangre con el oxígeno y los nutrientes a las células cardíacas. Cuando en la pared de esta tubería se van depositando productos de suciedad (en el caso de las arterias, sobre todo células grasas e inflamatorias), su diámetro se va estrechando hasta causar una falta de riego que no permite una llegada suficiente de sangre al músculo cardíaco, con la consecuente angina o infarto. Es entonces cuando, sin necesidad de operar, se realiza un cateterismo a través de un pinchazo en el vaso, y se progresa en la tubería obstruida, colocando un stent, que al hincharlo a nivel de la zona de mayor estrechamiento permite "aplastar" la malla metálica del stent a la pared de la tubería, que vuelve por tanto a tener su diámetro normal. ¿Cómo es la recuperación inmediata tras el cateterismo y el implante de un stent coronario? Hoy en día, afortunadamente, alrededor del 80-90% de los cateterismos y de las angioplastias coronarias (implante de stent) se realizan a través de la arteria radial de la muñeca, permitiendo tanto una reducción del riesgo de complicaciones importantes relacionadas con el procedimiento, como una más rápida y casi inmediata recuperación del paciente. Tras un procedimiento realizado por la muñeca, se coloca un vendaje compresivo durante unas 3-4 horas en la zona de punción. El paciente puede incorporarse casi de inmediato, y si no hay complicaciones, puede realizar una vida prácticamente normal tras la retirada dl mismo. Se aconseja únicamente durante los siguientes 3-4 días tras el alta, evitar coger pesos superiores a unos 4-5 Kg o trabajos que precisen un movimiento de muñeca continuo, con el brazo por lo que se ha realizado la intervención. Si por lo contrario el acceso se ha realizado a través de la ingle, hay que tomar más precauciones. Habitualmente el paciente debe permanecer tumbado al menos 6-8 horas, para permitir el correcto cierre de la vía de acceso. Tras un periodo variable de vigilancia, si no se han producido complicaciones, se procede al alta. El paciente podrá entonces realizar paseos de corta distancia y en superficies llanas sin problemas, aunque tendrá que limitar los primeros 2-3 días las subidas y bajadas por las escaleras, los trabajos pesados, la jardinería o ponerse de cuclillas. Pese a los nervios existentes durante el procedimiento, realmente es una vez implantado el stent cuando surgen las principales dudas y preguntas del paciente por lo que es imprescindible en todos los pacientes un seguimiento cardiológico continuo posterior, cambios en el estilo de vida, y mantener la medicación pautada. |
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